Ha sido demasiado. Ni la gran Microsoft ha podido hacer frente al aluvión de críticas que le ha llovido encima. En una decisión sin precedentes, la compañía ha decidido dar un giro de 180º y anular la mayoría de sus políticas para Xbox One, sobre todo en lo referente a la propiedad de los videojuegos. Así lo han anunciado oficialmente.
¿Qué significa esto?
- No hará falta conectarse cada 24 horas a Internet para poder jugar en Xbox One. Sí será necesaria al menos una conexión inicial para verificar que el sistema está en orden, pero a partir de entonces funcionará como una Xbox 360.
- Se podrán vender e intercambiar juegos usados en disco como hasta ahora se ha hecho. Sin embargo, no pasará lo mismo con los juegos descargados por Internet.
- Se elimina el DRM. Por desgracia, eso significa que para jugar el disco deberá estar en el lector de la consola. Además, Kinect sigue teniendo que estar conectado para que la Xbox One funcione.
- No habrá bloqueo regional. Eso significa también que se anula esa estúpida disposición de que sólo se pudiese utilizar la Xbox One en los países en que se vendiese la consola.
Porque ese es el quid de la cuestión: ha sido el golpe de mano de Sony en el E3 el que ha hecho saltar todas las alarmas de Microsoft, y más cuando grandes editoras como EA y Ubisoft se han hecho las suecas y han dejado a la Xbox One al pie de los caballos. Si Microsoft pensaba que las editoras iban a defender su utopía orwelliana frente a las críticas airadas del público, ahora se ha dado de bruces contra la realidad.
La Xbox One sigue teniendo el problema de que es 100 dólares/euros más cara que la PS4 (culpa de la dichosa manía del Kinect, seguro), pero al menos ahora Sony no lo tendrá tan fácil. Recordad: cuando no hay competencia, el consumidor pierde.
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