Steam Greenlight se ha convertido en pocos días en el tema de moda en el mundillo de los videojuegos. Desde debates sobre si es un buen escaparate para juegos independientes o un mero concurso de popularidad, hasta problemas con copias baratas y violaciones de la propiedad intelectual de otros, Greenlight está en boca de todos. Pero una noticia ha saltado que me ha llamado poderosamente la atención:
el rechazo al juego erótico Seduce Me por parte de Steam.
El juego
Seduce Me es,
por lo que dicen en su página web, una aventura gráfica con varios personajes y toma de decisiones ambientada en la "decadente" América de los ricos más ricos. Mujeres despampanantes, relaciones que construir y, por supuesto,
sexo, mucho sexo. Algo que no le gusta a Steam, que jamás ha aceptado juegos eróticos (o al menos sólo eróticos, porque las dos partes de
The Witcher bien que siguen a la venta).
No Reply Games, los desarrolladores,
están obviamente molestos.
Mi reflexión no es sobre si Steam ha hecho bien o no. Al contrario, los de Valve tienen todo el
derecho del mundo a
vetar el juego. Su plataforma, su política. El problema lo veo más sobre los comentarios que los propios miembros de la comunidad dejaron en su momento (batalla campal entre bandos a favor y en contra) y esa especie de "regla no escrita" que flota en el ambiente. Creo que cualquier jugador medianamente enterado de su afición puede señalar lo obvio: es más fácil ver
violencia gráfica y explícita en los videojuegos que sexo, aunque eso no impida luego utilizar imágenes más o menos "cachondas" para elevar la temperatura. Parece que
objetivizar el cuerpo de las mujeres o
matar a cientos de personas sin motivo aparente es menos grave que una escena de sexo explícito.
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Hay muchos que no saben cómo empezó Fate/Stay Night... |
Se quejan los desarrolladores que el veto de Steam perpetúa la imagen de los videojuegos como un entretenimiento
para niños a pesar de que el jugador medio ronda ya los 30 años. Yo añadiría también que perpetúa la
visión americana sobre el resto del mundo (ya se sabe, los americanos son más tolerantes con la violencia que con el sexo; no les importa que en mercados como el alemán la violencia se vea con muy malos ojos o que en otros como el japonés haya juegos eróticos a patadas), por no hablar de la delgada línea entre
erotismo y
pornografía, que no hay manera de llegar a un debate general al respecto. Pero bueno, ahora al menos los desarrolladores independientes ya saben la regla básica: si tu principal reclamo de venta es el sexo, olvídate de Steam.
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