sábado, 17 de marzo de 2012

Mass Effect 3 y los "fans con causa"

Los fans de la saga Mass Effect están enfadados. Muy, muy enfadados. Aunque el último juego de la trilogía ha arrasado en las ventas de medio mundo en apenas unos días, se ha empezado a escuchar un rumor de fondo criticando el final de la historia. Así que los fans han hecho lo que mejor saben hacer: poner el grito en el cielo en los foros de la desarrolladora Bioware, crear un grupo de protesta en Facebook y... ¿recaudar dinero para dar juegos gratis a niños enfermos?


Este no es un blog para analizar si los finales de un juego están bien hechos o no (aunque por lo que he podido comprobar, la ira de los fans tiene causas justificadas), pero sí para analizar las relaciones entre empresa y consumidores. Eso es marketing comunicacional, después de todo. Con razón o sin ella, los fans han adoptado mentalidad de "socios"; no sólo compran, exigen. Tienen el "descaro" de ordenar a Bioware que cambie su producto. Y están más organizados de lo esperado. Hay quien objetará que usar una campaña de caridad para conseguir notoriedad es una jugada sucia, ¿pero acaso no pasa lo mismo entre las empresas? "Marketing con causa", lo llaman. Pues ahora tenemos "Fans con causa".

También observo que esta campaña, apropiadamente titulada "Retake Mass Effect", ha cogido con el paso cambiado a Bioware e incluso a los medios online de videojuegos. El silencio de la desarrolladora (salvo algunas declaraciones desafortunadas) es preocupante, en tanto Bioware se había labrado una excelente reputación al crear un núcleo duro de fans gracias a su buen hacer, reputación que está erosionándose poco a poco desde su adquisición por parte de EA. Por otra parte, muchos medios especializados critican la arrogancia de los fans, en un rechazo con un tufo ligeramente corporativista.

Porque incluso si los videojuegos fueran arte y no sólo productos, lo que está ocurriendo no es nuevo. Que se lo pregunten a Arthur Conan Doyle. El escritor quiso matar a Sherlock Holmes para que el famoso personaje no acabase fagocitando a su creador. ¿El resultado? Presión continua de los fans (incluida la madre del autor) hasta que Doyle dio su brazo a torcer y Sherlock Holmes volvió a la vida de papel.

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